El aislamiento decretado por el gobierno y el miedo a contagiarnos, pueden pasarnos factura a nivel mental y físico. La incomunicación social puede generar ansiedad, problemas de sueño, miedos etc. Por eso, como norma general, y para que esto no ocurra es conveniente seguir algunas recomendaciones:

Lo primero es tener claro que es una situación transitoria, por lo que no debemos de imaginar escenarios catastróficos y debemos ser realistas.

Debemos intentar en lo posible, organizar las rutinas diarias respetando las horas de levantarse o acostarse, las pausas de las comidas, el horario laboral, así como el tiempo que dedicamos a las obligaciones y al descanso.

Se deben tratar de mantener unos hábitos de sueño y alimentación regulares y saludables.

Es aconsejable recurrir a fuentes de información fiables y veraces como las del Ministerio de Sanidad, las consejerías autonómicas o la Organización Mundial de la Salud. No hay que dar crédito a todas las informaciones que circulan estos días.

Pero también hay que saber desconectar hablando de otras cosas y dedicando tiempo a otras actividades.

Apoyarse en el entorno cercano en caso de angustia puede ser positivo, pero si esta se dispara, es recomendable buscar ayuda profesional.

Hay que seguir las recomendaciones sanitarias y respetar las restricciones impuestas por las autoridades para restablecer el control.