La ausencia de contacto con el exterior y la única compañía de los cercanos se presta a la conversación. Todos estamos atravesando un momento de emociones intensas, contenidas o no, que hace que nuestra vulnerabilidad aflore, y también nuestra necesidad de proximidad emocional con los demás.

Pero ¿es buena idea ponerse a revelar secretos en un momento como este? Bueno, precisamente, cuando desvelamos nuestra intimidad a alguien, estamos poniendo en sus manos nuestra vulnerabilidad, y lo que haga con ella, dependerá mucho de su personalidad, de sus intereses y de su capacidad de gestión de las emociones. En ocasiones, las personas, emplean nuestras confesiones para hacernos daño, para atacarnos con ellas, o incluso, para chantajearnos, por eso, a la hora de rebelar cualquier secreto, lo prioritario es saber que existe la posibilidad de que esto ocurra. En este momento, en el que el aislamiento se antepone a cualquier circunstancia debemos tener especial cuidado con los secretos. Si durante un tiempo has sido capaz de guardar algo para ti, probablemente, lo mejor sea a que esperes a que regresen tiempos mejores.