La dificultad de decir NO
Muchas personas encuentran grandes dificultades a la hora de decir no a pesar de que, en algunas circunstancias, esta incapacidad les cause gran malestar en su vida.
Decir no resulta en ocasiones mucho más complicado de lo que puede parecer en primera instancia, no son pocas las personas que terminan diciendo sí en situaciones en las que desean decir lo contrario y llenándose con ello de insatisfacción o frustración o que, a pesar de tener una actitud aparentemente asertiva y decir no, al hacerlo se sienten mal, con un sentimiento de culpabilidad.
¿Por qué nos resulta tan difícil decir que no?
Los motivos por los que negarnos a algo resulta tan difícil son numerosos, pero entre los más frecuentes están:
Miedo al rechazo
En ocasiones nos preocupa la reacción de los demás o lo que puedan pensar de nosotros, que somos egoístas o poco sensibles, por ejemplo.
No tener que pasar por una situación incómoda o que nos genere emociones displacenteras
Decir no, no es una conducta neutra y a veces resulta más sencillo evitar la situación que hacerle frente.
Sobreimplicarnos y hacernos responsables de todo, incluso de aquellas cosas que en realidad no nos competen, llegando a conseguir que otras personas puedan abusar de nuestro sentido de la responsabilidad.
Conducta aprendida
En algunas ocasiones hemos aprendido que decir no es un síntoma de mala educación o una actitud que puede herir la sensibilidad de las personas.
Malas experiencias en el pasado
Puede ser que, por malas experiencias en el pasado, desarrollemos una conducta evitativa.
No saber cómo hacerlo
Algunas personas encuentran dificultad para decir no de una manera correcta, con naturalidad, empatía y sin agresividad.
Decir no reafirma nuestra voluntad
No son pocas las ocasiones en las que, la incapacidad de decir no genera un profundo malestar en la persona, pero ante todo debemos plantearnos que es totalmente legitimo negarnos a aquellas cosas que nos causan malestar o disgusto y que decir no es un acto de autonomía e independencia mediante el que expresamos nuestras convicciones y emociones y reafirmamos nuestros deseos.
Si el hecho de no poder decir no se convierte en la norma que rige nuestras decisiones, acabaremos teniendo un estilo de conducta evitativo que puede llegar a causarnos la sensación de no tener control sobre nuestra propia vida o de no ser realmente la persona que somos, sentirnos manejados por los demás, indefensos o manipulados.
Es frecuente que detrás de dificultades emocionales como el sentimiento de indefensión, el enfado o la ira, la falta de autoestima, la ansiedad, las somatizaciones o muchos miedos e inseguridades se encuentra el hecho de que nos sentimos incapaces de decir no a los demás y de expresar nuestros verdaderos deseos o emociones.
Este hecho hace que sea muy importante detectar que esto ocurre para poder poner una solución que, en la mayor parte de los casos pasa por entrenar esta habilidad y recuperar la sensación de control, autonomía y seguridad y con ello, reestablecer el resto de fortalezas.
Ocurre además que, lejos de recibir el rechazo de los demás, cuando comenzamos a marcar nuestros límites de manera asertiva, provocamos en los demás el efecto contrario y, por regla general, somos más valorados, respetados y admirados.
Empezar a decir no
- Decir no es una habilidad, por lo que es una destreza que se puede aprender, entrenar y desarrollar.
- Además, es importante aprender no solo a decir no, sino a ser capaz de hacerlo de forma asertiva, es decir, sin necesidad de herir a la otra persona, sin agresividad y sin generar conflicto.
- Todos nos debemos enfrentar a determinadas emociones cuando deseamos ser asertivos y marcar nuestros límites, aprender a regular correctamente estas emociones hacen más sencillo desterrar determinados sentimientos como la vergüenza o la culpabilidad.
- Por este motivo es fundamental reflexionar y detectar aquellas situaciones en las que hemos dicho que “si” cuando hubiéramos preferido decir que “no”, o aquellas situaciones en las que pensamos que deberíamos haber puesto límites.
- También debemos analizar cuáles son los pensamientos y emociones que hacen que digamos que sí cuando queremos decir no, así como la intencionalidad del otro y expectativas que presuponemos.
- En todo caso debemos analizar nuestra respuesta antes de decir sí sin haberlo meditado.
Por encima de todo debemos tener muy claro que es un derecho básico poder expresar nuestra propia opinión, decir no, cambiar de idea e incluso omitir aquella información que no deseamos compartir, siempre respetando a un tiempo los límites y derechos del otro.
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