La ira, una emoción adaptativa
La ira, en determinados momentos, surge como una emoción completamente normal y que cumple una función adaptativa. Una de sus funciones principales es la de garantizar nuestra supervivencia frente un ataque. Además. Esta emoción nos ayuda a adaptarnos al medio mediante la regulación de comportamientos interpersonales, cuando, por ejemplo, nos tratan de manera injusta o debemos enfrentar obstáculos que se interponen en la consecución de objetivos importantes, a fin de desarrollar estrategias que nos impulsen a la acción.
La Ira en los adolescentes
La adolescencia se caracteriza, entre otras cosas, por la gran intensidad con la que las emociones son vividas y, en este sentido, la forma de afrontar una emoción como la ira puede llevar en algunos casos a tener consecuencias muy negativas, tanto para el adolescente como para los demás.
La ira, por lo general viene acompañada de una gran impulsividad, pues esta emoción está destinada a movernos a la acción, algo que puede conducir a la dificultad a la hora de razonar o de valorar las consecuencias reales de nuestros actos.
Por este motivo, uno de los aspectos fundamentales a la hora de gestionar la ira de manera correcta es la capacidad de reconocer las propias emociones, aunque, por contrapartida, cuando nos encontramos absortos por esta emoción, y precisamente por ella, se dificulta enormemente este reconocimiento y, como consecuencia, es mucho más complicado su gestión correcta.
En este sentido, gestionar mal la ira, puede tener graves consecuencias a nivel interpersonal y llevar al adolescente a desarrollar un estilo comunicativo agresivo y, con ello, desconectándolo de su entorno social y familiar.
Como contrapartida, la ira también resulta una emoción necesaria, pues nos mueve a la acción, además de funcionar como defensa de los derechos propios y aportar la energía necesaria para reaccionar frente a situaciones injustas o amenazantes.
En resumidas cuentas, la ira es una emoción destinada a garantizar nuestra supervivencia frente a cualquier ataque y activar aquellos mecanismos necesarios para adaptarnos al entorno y, al aparecer, genera tres tipos de respuesta a nivel fisiológico:
- A nivel corporal: incrementa el ritmo cardíaco aumenta y acelera la respiración. Aumenta el flujo sanguíneo y tensa la musculatura, generando niveles de excitación que, si son demasiado intensos pueden llevarnos a la impulsividad y la agresividad.
- A nivel cognitivo: nos lleva a una determinada interpretación de la situación.
- A nivel conductual: nos impulsa a defendernos y a tomar acción frente a una determinada circunstancia.
Así mismo, la falta de autocontrol emocional en los adolescentes, puede derivar de circunstancias como:
- Temores o miedos
- Desesperanza o depresión
- Resentimientos o sentimiento de culpa
- Ansiedad
Por ello, gestionar la ira de forma correcta es especialmente complicado en la adolescencia, pues esta etapa se caracteriza por numerosos cambios y en ella, es fundamental la sensación de conexión con los iguales.
Correcta gestión de la ira en la adolescencia
La ira provoca en el adolescente una enorme inestabilidad emocional, así como una menor capacidad de control de los impulsos.
Por este motivo, durante esta etapa, es especialmente importante desarrollar las estrategias de control emocional que permitan al adolescente gestionar sus sentimientos y sus comportamientos frente a aquellas situaciones que pueden accionar su ira.
Para ello, es importante reconocer en primera instancia sus propias emociones, pues es el primer paso para ser capaz de hacer frente correctamente a las mismas.
Actividades para el correcto manejo de la ira
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Deporte y ejercicio
El ejercicio físico, además de aumentar las endorfinas, ayudan a prevenir y a manejar de forma más sencilla una emoción como la ira.
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Relajación y respiración
Aprender a respirar profundamente ayuda a que aumente el oxígeno en el cerebro, proporcionando sensación de calma e incrementando la racionalidad.
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Verbalizar las emociones
Resulta muy importante que el adolescente pueda expresar sus emociones a la hora de aprender a gestionar la ira de forma correcta.
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Tomarse un tiempo
En muchas ocasiones, lo único que hace falta para calmar la ira es tomarse un poco de tiempo para calmarse.
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Escuchar música
La música resulta en muchas ocasiones muy terapéutica.
En Orientak somos especialistas en Salud Mental, por este motivo, si necesitas ampliar la información al respecto o tienes alguna consulta, no dudes en contactar con nosotros.