Violencia de los hijos hacia sus padres: un problema cada vez más frecuente

En pocos años, las agresiones de los hijos hacia sus progenitores, especialmente hacia las madres, se ha disparado, pasando de un promedio de unas 9 o 10 denuncias al año a casi 900, motivadas por agresiones graves.

Los motivos de este aumento de agresiones son variados, pero en las familias en las que no existe un modelo parental de violencia, los disparadores pueden estar en la mayor permisividad y la falta de imposición de límites de muchos progenitores en la actualidad, la comunicación deficiente entre padres e hijos, el estilo educativo, el favorecimiento de la impulsividad ligada al déficit de atención y la hiperactividad y el trabajo deficiente en la autoestima.

Los estudios de prevalencia de los trastornos infantiles indican que, los problemas fundamentales durante la infancia y adolescencia son los trastornos de conducta y los trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión. Y, los problemas de conducta, se transforman en uno de los principales motivos de consulta. Dentro de estos trastornos de conducta con inicio en la infancia, según los datos que recoge el Manual diagnostico DSM-IV se incluyen el trastorno negativista desafiante, el trastorno disocial y el trastorno del comportamiento perturbador no especificado, aunque también existan problemas de desobediencia que, no constituyendo un trastorno, puedan requerir intervención.

Trastornos de conducta en niños y adolescentes

El Trastorno Negativista Desafiante (TND)

Este trastorno está caracterizado por una pauta recurrente de conductas desafiantes, hostiles, no cooperativas y agresivas, hacia los progenitores, compañeros, profesores y otras figuras de autoridad.

Estos jóvenes suelen perder el control fácilmente, discutir y tener comportamientos provocadores, pero a diferencia del Trastorno Disocial, no presentan patrones de conducta que violen las leyes ni de los derechos básicos de los demás.

Son jóvenes con escasa autoestima, tendencia a la depresión y escasa tolerancia a la frustración. Estas conductas interfieren de forma importante en su vida familiar, en su rendimiento escolar y en sus relaciones interpersonales.

El Trastorno disocial

El trastorno disocial hace referencia a una conducta perturbadora que evolucionan con el tiempo y se caracteriza por comportamientos en contra de la sociedad (antisociales) que violan los derechos de otras personas, las normas y reglas adecuadas para la edad.

Las conductas en las en que se suele basar el diagnostico pueden ser, entre otras: excesivas peleas o intimidaciones, crueldad hacia otras personas o animales, deterioro grave de pertenencias ajenas, incendio, robo, mentiras frecuentes, ausencias a la escuela y fugas del hogar, rabietas habituales, provocaciones, desafíos y desobediencias graves y persistentes.

Trastorno del comportamiento perturbador no especificado

Bajo esta denominación se incluyen aquellos trastornos caracterizados por un comportamiento negativista desafiante, pero que no cumplen los criterios de trastorno disocial ni de un trastorno negativista desafiante.

niño mimado

¿Cómo es el perfil de estos adolescentes?

·      Gran impulsividad

Y problemas para manejar su frustración.

·      Poca disciplina

Muchos de estos adolescentes provienen de familias con pautas educativas inadecuadas o insuficientes.

·      Violencia familiar

Sin duda, un modelo familiar en el que la violencia esté normalizada, contribuye a la aparición de conductas violentas en niños y adolescentes.

·      Amigos problemáticos

Las relaciones con otros adolescentes problemáticos constituyen un factor de riesgo clave en la aparición de episodios de violencia.

·      Apología de la violencia

Muchos de estos jóvenes pertenecen a grupos o formaciones con pensamiento radical.

·      Delincuencia

Un síntoma preocupante son los problemas con la justicia o las conductas delictivas, claro indicio de que puede existir un trastorno de conducta.

·      Consumo de drogas

El consumo de drogas es otro de los factores que contribuye a este tipo de comportamientos agresivos.

·      Depresión y ansiedad

Detrás de este tipo de conductas, muchos jóvenes, presentan síntomas de depresión y ansiedad. Abordar este tipo de problemas a tiempo puede ayudar a detectar y abordar a tiempo el problema.

Algunos Consejos

  • Primero debemos tener claro que cada niño o adolescente tiene su propio temperamento y que, mientras algunos resultan dóciles, otros resultan ser más impulsivos, reactivos o rígidos, por este motivo, en aquellos casos en los que comienzan a surgir problemas, los padres deben implicarse de una manera diferente, tratando de comprender, de ser flexible y de aprender técnicas de modificación de conducta y control emocional, para poder enseñar a sus hijos a gestionar correctamente sus emociones y reacciones.
  • En este sentido, es muy importante tener en cuenta las necesidades específicas de cada adolescente, así como las dificultades que pueda presentar a distintos noveles: cognitivo, relacional, etc. Y que contribuyan a su malestar, frustración o a su comportamiento inadecuado.
  • Por otro lado, es importante encontrar un diagnostico fiable a fin de aplicar el tratamiento adecuado y de evitar las pautas de medicación innecesarias que pueden agravar la agresividad en muchos de los casos.
  • Es fundamental que, el vínculo con los hijos esté basado en el amor y en el apoyo. cuando los padres constituyen un referente de seguridad es más sencillo ofrecer un modelo donde las necesidades emocionales de los jóvenes estén cubiertas y donde puedan desarrollarse dentro de un equilibrio emocional y con una autoestima apropiada.
  • La coherencia resulta básica, es decir, debemos predicar con el ejemplo.
  • No se debe sucumbir a determinadas demandas y presiones de los hijos, siendo persistentes en nuestro modelo educativo, siempre desde la firmeza, pero sin agresividad.
  • El dialogo sincero es la base de una relación sana, también dentro de la familia.
  • De la misma manera, los adolescentes necesitan normas y cierto control, por este motivo, debemos mantenernos alerta frente a las posibles amistades no convenientes, el empleo de substancias o el uso abusivo de redes sociales o Internet, favoreciendo otras actividades más saludables como el deporte, la lectura, o las salidas en familia.
  • Independientemente de todo esto, en aquellos casos en los que existan sospechas de un trastorno de conducta, es importante acudir a un profesional a fin de poner una solución a tiempo.

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