¿En qué consiste la procrastinación?
La procrastinación hace alusión a un trastorno volitivo, es decir, un trastorno para decidir y ordenar la propia conducta y autorregular y organizar el tiempo. La palabra procrastinación viene del latín procrastinare: pro (adelante) y crastinus (mañana) y hace referencia al acto de retrasar o postergar actividades o situaciones por miedo o por pereza, que deberían atenderse, sustituyéndolas por otras actividades o situaciones más irrelevantes o agradables.
Este fenómeno encuentra su raíz en la asociación que hace la persona entre la acción que debe realizar, con el dolor, el estrés o el cambio en sí y puede funcionar a nivel psicológico, físico o intelectual, haciendo que, la acción que se debe llevar a cabo y que se pospone, aparezca para quien procrastina como abrumadora, difícil, tediosa, estresante etc., lo que justifica que siempre exista un motivo para dejarla para otro momento, aunque al hacerlo estemos saboteando nuestras necesidades, intereses u obligaciones.
¿Por qué procrastinamos?
En la procrastinación la persona tiene la intención de realizar en algún momento la tarea que está aplazando, pero entonces ¿Por qué demoramos nuestros compromisos de forma irracional e improductiva?
La mayor parte de los estudios psicológicos relacionan la procrastinación con determinados rasgos de personalidad y con problemas de autorregulación de distinta clase. A nivel fisiológico, nuestro cerebro se encuentra dividido entre el sistema límbico y el córtex cerebral, es decir, mientras que una parte de nuestro cerebro es instintiva y visceral y se encuentra enfocada en el presente únicamente, la otra es racional, reflexiva, lenta y necesita analizar antes de realizar cualquier acción.
Pero existen otros muchos motivos que llevan a una persona a retrasar sus acciones, por ejemplo:
- Determinadas características psicológicas como tendencia al estrés, a la ansiedad o determinadas fobias
- La asociación de la tarea o la acción a consecuencias negativas o frustrantes.
- La falta de resistencia a las presiones.
- La falta de experiencia, motivación o conocimiento.
- Problemas de autorregulación y de organización del tiempo y problemas en las habilidades sociales o la comunicación.
- Algunos trastornos psicológicos como el TDAH o la depresión.
Tipos de procrastinación
El psicólogo y Neil Fiore, especialista en productividad distingue entre 5 clases de procrastinadores:
El perfeccionista
Padece un miedo irracional al fracaso y teme los juicios ajenos o la crítica lo que puede llevarle a retrasar sus acciones, aunque por otra parte invierta mucha energía en determinados aspectos.
El miedoso
Teme ser inferior al resto y eso le lleva al síndrome del impostor y a sentirse incapaz de realizar las acciones que debe por miedo a la opinión ajena y al fracaso.
El desmotivado
Cuando la persona debe enfrentarse a una tarea poco motivadora, repetitiva o aburrida se tiende a evitar la acción.
El abrumado
Se da cuando la persona está saturada, tiene mucho estrés o la carga de la acción a realizar es demasiado grande.
El afortunado
Se da en personas a las que realizar las tareas bajo presión les ha dado anteriormente resultados, pero esta forma de procrastinación conlleva el riesgo de equivocarse o de que las cosas no salgan bien debido a la presión.
Pero, en todo caso, lo rasgos generales de las personas con tendencia a la postergación son: el perfeccionismo, los problemas de autoestima, el miedo al fracaso, el catastrofismo, la autocompasión, el estrés, falta de motivación y de autodisciplina y la impulsividad.
Cómo dejar de procrastinar
Acepta que procrastinas
Deja de justificar los retrasos y la falta de acción. El primer paso es reconocer que tenemos tendencia a retrasar las cosas.
No te pongas metas demasiado elevadas o no realistas
Procura conservar el equilibrio y proponte tareas que supongan desafíos factibles ya que son las que más nos motivan a la acción.
Rodéate de gente proactiva y enérgica
las actitudes se contagian, si te rodeas de personas voluntariosas es mas sencillo que dejes de procrastinar que si te rodeas de personas desmotivadas o inactivas.
Visualiza aquello que debes hacer
E imagínate cumpliendo tus objetivos, evitando las falsas esperanzas y sin caer en el catastrofismo.
Combina tareas desagradables con otras que te motiven
De esta manera te resultará más sencillo atender a tus obligaciones y evitaras el cansancio y la frustración.
Aprende a manejar las distracciones
Trabaja tu atención y fíjala en objetivos concretos.
En definitiva, retrasar las tareas que debemos realizar sí o sí, solo puede generarnos frustración o un estrés mayor, por este motivo es importante aprender a manejar nuestro tiempo de manera positiva, evitando justificar los retrasos y haciéndole frente a la tendencia a demorar la acción. Debemos tener claro que la procrastinacion supone un círculo vicioso del que resulta muy difícil salir y que la única manera de enfrentarnos a ella, es combatiéndola justamente con la actitud contraria: tomando acción.
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